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DÍA DE LOS CAMINOS DEL NORTE. GÜEMES, CANTABRIA

El albergue de Güemes es un lugar emblemático. Ideal para reunir a las asociaciones de los Caminos del Norte con motivo del cuarto aniversario de la declaración de Patrimonio de la Humanidad. Y allí estuvo presente nuestra asociación el pasado 8 de junio.

Presidía la mesa, el cura Ernesto Bustio Crespo, como presidente de la asociación El Cajigal de Güemes, acompañado por el alcalde de Bareyo, José de la Hoz, los consejeros del Gobierno de Cantabria, Paula Fernández, y Francisco Fernández, el representante del obispado de Santander, Juan de Cáceres, el representante de la Xunta de Galicia, Isaías Calvo de la Uz, el presidente de las asociaciones del Camino de España, Luis Gutiérrez, la responsable del Gobierno vasco, Amaia Goicoetxea y, como maestro de ceremonias, Laureano García, presidente de las asociaciones de los Caminos del Norte.

Todos ellos toman la palabra y agradecen y felicitan a Ernesto por su labor al frente del albergue desde hace 20 años, sito en la casa familiar, de ahí el nombre «LA CABAÑA DEL ABUELO PEUTO», albergue que no goza de subvención alguna, manteniéndose con el voluntariado y la aportación libre de cada persona que lo utiliza. todo un ejemplo de generosidad familiar digno de admiración.
Se habla de la situación de Europa hoy, de los nacionalismos excluyentes, del cierre de fronteras, de la crisis de los valores europeos, de las palabras de Jean Monnet, uno de los padres de Europa, del próximo Año Santo Compostelano en 2021, de la importancia de la colaboración con las instituciones de cada autonomía, de la necesidad de superar los personalismos de las asociaciones, de la seguridad en el Camino…Todo ello para incidir en su importancia desde el punto de vista espiritual, ecuménico, cultural, artístico, turístico, gastronómico y sobre todo humanístico.

Laureano entrega una placa a Ernesto por su buen hacer a lo largo de tantos años. La vida de Ernesto, relatada por Laureano, es apasionante. Una vida «abriendo caminos».

Después de las intervenciones, todas interesantes, nada reiterativas y breves,
nos ofrecen un vino español con un picoteo preparado por los voluntarios del albergue, momento ideal para conocernos.

A continuación la comida de confraternización. Los consejeros y los alcaldes de la zona excusaron su participaron en el ágape, compuesto de ensalada, patatas guisadas muy sabrosas, natillas y café. Se aplican las mismas normas que tienen para los peregrinos; cada uno de nosotros pagará lo que crea conveniente, dejando la contribución en una hucha. Este albergue ofrece al peregrino comida, cena y desayuno. Ejemplo de cena: sopa, arroz con pollo y fruta. Todo con hospitaleros y voluntarios. Y Ernesto nos da una charla como la que a diario tiene con los peregrinos.

Finalizada esta, nos dirigimos a la ermita del Cajigal, siempre abierta a los peregrinos y del siglo XIV, con su exposición permanente de los dibujos y las impresiones de los peregrinos que por ella pasan. Exposición única en el Camino. Todas las lenguas, todos los continentes están representados en ella.

Después de exponer los problemas de las asociaciones, nos despedimos con un pequeño recital de cuatro mujeres acompañadas por varios niños cantando todos «Gracias a la vida» y otras canciones. Cansados pero felices nos despedimos a las siete de la tarde.

A la mañana siguiente, los que quedaron asistieron a la misa en la iglesia románica de Bareyo, cantada por la coral “Tierra Verde” de Santander, posterior concierto y comida de despedida en el propio albergue.

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