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Municipios

Cuando hace algunas fechas la Federación Asturiana de Concejos planteaba la necesidad de unir municipios asturianos al objeto de formar entidades municipales rnayores, el alcalde de una de las principales ciudades asturianas, cogió el guante del desafío y asumió la idea con entusiasmo, que pronto hubo de abandonar al no contar con la aquiescencia del resto de los alcaldes a quienes presumiblemente dirigió la opción.

No han faltado desde entonces en otros municipios voces que se unieran al coro fusionador que de vez en cuando aparece en los medios de comunicación, aunque con idénticos resultados hasta el presente, es decir, nulos.

La idea de unir administraciones municipales como medio de abaratar y proveer determinados servicios a ámbitos de población a los que los actuales municipios, dada su escasa entidad en muchos casos, se ven imposibilitados de ofrecer, no es nueva en Asturias; sin embargo, la complejidad del proceso, el peso de la tradición, el localismo muchas veces exacerbado, y una relativa comodidad a resultas de la proximidad de la administración local, ha impedido hasta el presente que la idea se llevara a efecto, ni siquiera entre los municipios más pequeños o que pudiesen presentar menores inconvenientes. Dada esta situación, se inventaron unos entes llamados Mancomunidades, que han logrado paliar de algún modo algunas de las deficiencias comarcales, pero que carecen de todo aquello que poseen los municipios y que éstas nunca podrán tener, sentimiento e identidad.

No es Ribadesella un municipio menor en Asturias en cuanto a su población, ni siquiera por su extensión territorial, pero en los últimos años se han desarrollado ciertos acontecimientos que nos han afectado directamente, y que han servido para que hayamos caído en la cuenta de la Plaza NUEVA la negativa influencia que supone nuestra pequeña entidad a la hora de hacer valer ante los demás nuestros deseos y aspiraciones como pueblo. Así hemos podido observar cómo el hospital del Oriente se fue a Parres, el matadero y el parador de turismo a Cangas de Onís; Colunga se ha llevado a su territorio el museo del jurásico y el macropuerto pesquero; llanes por su parte el ideado macropuerto turístico de varios miles de millones que contrasta con los raquíticos trescientos de¡ proyectado para el nuestro, y eso cuando no hay un claro desprecio a nuestras iniciativas, como ocurre en todo lo relativo a la cueva Tito Bustillo. ¿Queda algo para Ribadesella? ¿O sólo se nos tiene en cuenta, dada nuestra centralidad dentro de la comarca, como lugar de reunión para constituir la Mancomunidad de Municipios, el Club de Municipios de Excelencia Turistica, la Federación Oriental de Asociaciones Turísticas o configurar en su lonja la pasada huelga de marineros del Oriente?

En los años que llevamos de democracia, nuestros dirigentes políticos no han sabido estar en muchas ocasiones a la altura de las circunstancias, envueltos la mayor parte de las veces en múltiples rencillas, enfrentados a unos gobiernos regionales que, salvo en la efímera etapa del anterior gobierno regional y por una feliz carambola del destino, no nos han hecho el menor caso.

Dada esta situación, no basta con lamentarse. Tenemos lo que nos merecemos, pero no por eso debernos seguir de brazos cruzados rumiando nuestras frustraciones, y puesto que carecemos del capital humano y elite dirigente que nos redima de nuestras carencias como pueblo, quizá necesitemos crecer para poder presionar y exigir ante los poderes públicos lo que consideramos de estricta justicia. No en vano, sirva esto de ejemplo, la crítica del alcalde riosellano a la construcción de un macropuerto en un municipio vecino, amparado en argumentos, que deberían ser suficientemente sólidos para los que manejan los dineros públicos, como que la tradición, dado el número de atraques que se realizan todos los años, lo exige, las décadas que Ribadesella lleva solicitándolo o el que construirlo en nuestra villa sería mucho más barato, encontrar rápida respuesta en aquel municipio con el argumento de que ellos tenían el triple de plazas hoteleras, el doble de habitantes y mucha mayor superficie que Ribadesella. Y, aparte de la sintonía política, ésa parece ser la cuestión.

Así las cosas ¿Resulta descabellado plantear la unión de nuestro municipio a otros de nuestro entorno para formar una sola entidad sabiendo que solo así podremos competir en plan de igualdad con los que siempre nos harán sombra por su mayor población y extensión? ¿Y en este caso, con quién?

La respuesta a ésta última pregunta no parece difícil de responder. Ribadesella tiene con Cangas de Onís y Parres unas viejas relaciones de buena vecindad. No así con el municipio de Llanes con el que ha existido siempre una rivalidad y falta de entendimiento que llegan hasta hoy. Las actividades económicas entre los tres municipios no dejan de ser complementarias: un municipio costero dedicado al turismo, otro de montaña con igual dedicación y otro interior en el que la industria y los servicios comarcales juegan una baza importante. El equilibrio en cuanto al número de habitantes es también digno de tener en cuenta pues los tres municipios tienen una población semejante; también son semejantes sus rentas por habitante, por lo que la unión entre ellos se haría en plano de igualdad; se lograría un municipio que llegaría desde el mar hasta los Picos de Europa, que contaría casi en exclusiva con el río Sella, con el santuario de Covadonga, con las playas y puerto de Ribadesella, rico en yacimientos prehistóricos…, tendría, sin duda, un atractivo indudable. Además, la proyectada autovía desde Ribadesella a Cangas de Onís, vertebraría el territorio, facilitando notablemente la movilidad de sus habitantes y visitantes.

Las razones para la fusión con los citados municipios, que presentan similares problemas que el nuestro, son en buena parte económicas, aunque no son ajenas otras de tipo social, demográfico, cultural, histórico e incluso afectivo. las ventajas resultan claras: el nuevo municipio permitiría una gestión más racional de los recursos y servicios públicos, lo que supondría menores gastos administrativos, mayor capacidad de presión ante otros organismos, mayores posibilidades de acceder a subvenciones regionales, estatales o europeas al ser mayor su población.

Aunque las ventajas sean evidentes, a nadie se le escapa los obstáculos e inconvenientes que la unión traería aparejados, por ejemplo y para evitar suspicacias, se debería construir una nueva Casa Consistorial en un lugar céntrico ajeno a las tres capitales, lo que supondría un cierto alejamiento del poder local en cada uno de ellos. La unión además, tendría que superar una larga tramitación administrativa (Real Decreto 1690/1986 de 11 de julio) y las reticencias de algunos. Requeriría probablemente consultas populares en los entes implicados y habría que partir de una especie de confederación de municipios, fijando objetivos, armonizando impuestos y coordinando las políticas de forma coherente para ir profundizando en la unión, siempre desde el consenso; en el ámbito administrativo estableciendo nuevos órganos políticos y administrativos de representación, así como su composición, con un número de concejales proporcional al de habitantes de cada municipio originario, que permitiera la efectiva y equitativa distribución de recursos, infraestructuras y servicios.

Una operación de tal envergadura no se hará de la noche a la mañana, requerirá tiempo y probablemente un cambio de mentalidad que dejando atrás los localismos inoperantes y obrando con amplitud de miras, lo que hoy nos pueda parecer una utopía quizá no se encuentre tan lejos.

 

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