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Los Búhos. Una historia para menores

Hace no mucho tiempo entré en un comercio de informática donde dos chavales deliberaban algo sobre una dirección de lnternet para «bajar» música de un determinado grupo pop, pues según comentaban tenían la intención de formar una agrupación musical. Y en éstas estaban cuando la persona que me acompañaba, y suponiendo la respuesta que le iban a dar, con más mala que buena intención les pregunta: -¡Hombre!, ¿a que vosotros no sabéis quién era el saxo de los Búhos?; en ese instante creo que me puse de todos los colores; y claro, la respuesta con cara de asombro: ¿esos quiénes eran?, y ¿qué música tocaban? Pues ahí me quedaron las preguntas y un montón de respuestas que por no pecar de pedante se quedaron sin decir, así que me gustaría por medio de estos párrafos contarlo, no obstante, sin ningún rigor biográfico y, sobre todo, para los que como estos chavales se harían las mismas preguntas, de ahí el título; aunque bien es cierto que para otros muchos que hoy peinan canas -y algunos ya ni eso- les traiga el regustillo nostálgico de unos tiempos pasados que se suelen conceptuar como mejores.

Corrían los mediados de los sesenta; los Beatles, Rolling, Animals, etc., causaban furor entre la uventud y marcaban la pauta «discordante» frente a las dulzonas canciones italianas o francesas. De ese caldo de cultivo salieron muchos grupos musicales, entre ellos los Búhos. Como antes dije, corren los sesenta, ¿quién había visto una guitarra eléctrica?, bueno, de lejos, o en alguna de las pocas televisiones que había, pero eso no era obstáculo para cinco jóvenes con ganas de ponerse el mundo por montera, así que tras mu- chas conversaciones de esquina y la ayuda de algún familiar -que todo lo hay que decir- se consiguió el primer material, ¡y qué material! ¡los amplificadores de las guitarras eran de unos ensordecedores 25 vatios!

Ni que decir tiene que aquello era la punta de un gran iceberg, pero en principio con nuestros admirados cacharros (que lo fueron) y un micro para todos, nos echamos a la calle; aquéllos se podrían llamar tiempos heroicos, pues el ser pioneros no nos beneficiaba, había que hacérselo todo uno mismo, incluso ejercer de representante, donde hasta existía el regateo, se ponían algunas pesetillas de más para luego quitarlas y que te contrataran.

No hubo de pasar mucho tiempo para que nuestra presencia fuese obligada en todas las celebraciones festivas (en la Plaza Nueva hacíamos más horas que en casa); las fiestas de Guía y las Piraguas eran citas ineludibles año tras año -claro que todo esto les suena a muchos-, yo soy consciente de que fuimos cómplices de un montón de amoríos (o culpables, quién sabe) porque en aquellos años el que quería morrear (así lo llaman hoy) no le quedaba más remedio que utilizar la consabida frase de… ¿bailas? Aún recuerdo cuando alguien tenía ocasión de ligar y te venía por la esquina… -tocai algo lentín ¡oh!

Las anécdotas tampoco faltaban, y yo creo que la más sonada fue cuando estando de vacaciones por la zona un componente de los Pekenikes, dando por supuesto que todo el mundo le conocía, y con claro afán de «vacilar» se acercó y dijo: «oye, chaval, ¿quieres que suba yo a tocar la quitarra?», pero con tan mala suerte que a quien preguntó no tenía ni idea de quién era el «señorito» y le espetó: -¡Cómo ye, oh!, ¿sabrás garrala? la cara del otro era un poema, hasta el punto de que en cuanto vio que no era observado marchó como alma que lleva el diablo. Pero la cosa no podía parar y el radio de acción se fue extendiendo por toda Asturias, León y Cantabria, incluso participando en algún concurso con más o menos suerte; un primer premio en Monforte de Lemos y un segundo y tercero en Santoña, así como participaciones en varios festivales como en el desaparecido teatro Pereda, de Santander, o el Campoamor, de Oviedo.

Capítulo aparte merecían los inviernos -aquello era como la liga de fútbol-, un domingo en el River (qué recuerdos … ) otro en las Cuencas, otro en Narcea, otro…, los lunes en lnfiesto, la música de los Búhos ya la cantaban hasta los «miruellos», así que, como era de esperar, el mundo se nos hizo pequeño, y lo mismo pasó a otros grupos de la época, nos tentó la aventura madrileña, o sea que un buen día cargamos los bártulos y Pontón arriba allí nos plantamos. Tras una actuación en el Centro Asturiano, comenzó nuestra andadura que, en principio, era de un mes, pero que ¡ya puestos!, se prolongó por dos años. Madrid nos servía de lanzadera para cualquier punto, de hecho el nombre de los Búhos y Ribadesella estuvieron presentes en gran parte de la geografía española en aquellos años; allí cornpartimos escenario con los Bravos, Módulos, la orquesta de TVE, con el bueno de Torrebruno en el Parque de Atracciones y un largo etc.

La aventura madrileña terminó a principio de los setenta en que volvimos a Ribadesella y, tras un verano y algún reajuste, nos fuimos al País Vasco. Después de unos meses de actuaciones por varias localidades de la región, regresamos a casa, donde, y por motivos laborales, el grupo se disolvió. No obstante, el espíritu de los Búhos seguía latente y diez años más tarde salía de nuevo a la calle; en esta ocasión se grabó un disco, e incluso se salió al extranjero, concretamente a Suiza.

Esta última etapa duró casi diez años, al cabo de los cuales un día de S. Mateo en la plaza de la Catedral nos despedimos momentáneamente.

No quisiera dejar sin contestar alguna pregunta, así que diré que los Búhos tocaron de todo, desde melodías para dormir hasta soul, pasando por la salsa e incluso los pasodobles, ¡ah!, ¿y el nombre?, pues de lo más sencillo, buscando uno que fuera corto y en inglés (que era y es lo que mola) pues nos encontramos con uno, «Owl» (Búho), ¡hombre, pero si suena mejor en español!

Sólo me resta apuntar que en las diferentes etapas de los Búhos, los componentes se fueron alternando, como es lógico, hasta el punto de que en la última sólo había un componente de los fundadores; y como hay que dar al César lo que es del César, ésta es la lista de personas que en algún momento lo formaron:

Fundadores: Emilio, bat. Fernando, bajo. Tino, guit. Fernando, voz y Nino, saxo.

Posteriores: Celso, bat. Víctor, pia no. Enrique, bat. Tommy, voz. Roberto, órgano. José, guit. J. Pedro, órgano. Escandón, bat. Juanma, voz. Luismi, guit. Aurelio, bajo. Javier, voz. Julio, piano. Antonio, bat. Babino, bajo. Mitchel, bat. Alfredo, guit. Lucas, piano. Javier, guit. y Christian, bat.

Como se puede ver, un buen elenco para poder juntarlos a todos en un escenario, aunque creo más conveniente que tomen el testigo las nuevas generaciones, aunque tengan que «bajar» la música de lnternet.

Comentarios (1)

  • rosa y jose antonio

    ¿Cuando volvéis a actuar en la Villa? Se os echa de menos, guayabos. Un abrazo

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