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Veinte años cumplidos

Parece que fue ayer, pero nacimos en los años ochenta del pasado siglo. En aquella época, ya se había realizado la transición política en España y el interés por el cambio político, el logro de las libertades y el marco democrático que había monopolizado la curiosidad de muchos españoles y riosellanos desde la muerte del general Franco, dejó paso a cierto interés por la Cultura. Entonces, entre otras muchas asociaciones que se crearon en Asturias, se constituyen en Oviedo la Fundación Príncipe de Asturias y Tribuna Ciudadana, en Villaviciosa «Cubera», en Piloña la asociación «Pialonia» …, y en Ribadesella nosotros, en un municipio donde no había nada más que un erial en el ámbito cultural.

La Asociación Cultural Amigos de Ribadesella (ACAR) fue fundada el 18 de octubre de 1986. En esta fecha se reunieron: Adolfo Casero Alonso, los hermanos José y Luis Díaz Bardales, Carlos Fernández Martínez, Obdulio Felgueroso Blanco, Pedro García-Conde Ceñal, Santiago Caicoya Gomez- Morán, Juan Sánchez Díaz-París, Manuel Valdés Fernández, Alberto Corro García-Lomas, Alfonso Martín Caso y Jesús Delgado Martínez, con la idea de crear una asociación de carácter cultural, cuyos fines serían impartir conferencias, edición de libros, la realización de estudios, exposiciones, la protección del patrimonio histórico-artístico riosellano y de zonas de interés ecológico, natural, científico, etc; también la organización de actividades de índole deportiva o de carácter social.

Los creadores de tal idea no eran precisamente demasiado jóvenes, y entre ellos había naturales de Oviedo y Madrid, frecuentadores por tradición familiar del verano riosellano, junto a otros oriundos de Ribadesella pero que tenían su residencia fundamentalmente en Oviedo y Gijón. Como primer presidente, nadie quería serlo, fue elegido Juan Sánchez Díaz-París. Para redactar los estatutos no hubo ningún problema, se copiaron los del Real Oviedo, modificando las particularidades y artículos que no venían al caso, y el logotipo de la naciente asociación fue creación de José Antonio Marqués, que más tarde su hijo modernizaría.

Las reuniones, dado que la mayoría de los miembros de aquella directiva residía en Oviedo, comenzaron a hacerse en esta ciudad, en la cafetería Pelayo, y como primera iniciativa se estudió la posibilidad de editar un libro de fotografías antiguas riosellanas. Como no se disponía de caudales suficientes para acometer la obra, el auxilio llegó de la mano del Banco Herrero que sufragó la edición y que constituyó un éxito, además de toda una novedad pues hasta entonces no se habían publicado más libros sobre Ribadesella que «Estampas Riosellanas» de Guillermo González, y de eso hacía doce años. Comenzó entonces una intensa actividad para dar a conocer la asociación a través de los medios de comunicación y por correo al objeto de captar socios, llegando a superar al cabo del primer año de vida los trescientos. Entre las primeras actividades culturales, aparte de la edición del libro de fotografías señalado (1987), hay que señalar el homenaje que se dio a Camilo José Cela por el capítulo dedicado a Ribadesella en el libro «Del Miño al Bidasoa» aprovechando su llegada a Asturias con motivo de haber sido galardonado en los premios Príncipe de Asturias, y colocación de una placa en el Bar Sebas conmemorativa del acto. No fue la única placa colocada por la asociación, en 1994 se dedicó otra a Agustín Argüelles en la Gran Vía.

Nuestra asociación pasó por varias fases en su ya dilatada historia. El final de la fase de creación de la misma había que establecerlo en el año 1989, coincidente con la publicación en facsímil del primer tomo de SOMOS. A partir de entonces tiene lugar un período de consolidación y continuado crecimiento, con la inscripción en ella de numerosos socios, creciente a cada publicación anual y especialmente durante el verano.

Los recambios de los miembros de su Junta Directiva siempre se habían hecho sin demasiado protocolo. Cuando se veía que pocas personas acudían a sus reuniones, que era lo más frecuente, se elegían otras que por lo menos hiciesen acto de presencia y asunto concluido. Si alguien conocía alguna persona que pudiese encajar en el proyecto, se le proponía y punto. Así fue renovándose de manera continuada a lo largo de varios años. En los sucesivos periodos electorales, como no había más que un candidato a presidente, pues no se originaba ningún problema.
Sin embargo, a los pocos años del nacimiento de la Asociación comenzaron a apreciarse en su seno algunos síntomas preocupantes. El secretario, Adolfo Casero, que era desde sus comienzos el alma de aquella asociación, por razones de trabajo tenía ya el propósito de dejar el cargo, y además, pronto comenzaron las dificultades para encontrar sustitutos a los que voluntariamente iban dejando la Junta Directiva.

La Asociación, sin embargo, continuaba con sus actividades, casi olvidados los amplios fines para los que había sido creada y centrada exclusivamente en la edición de una publicación anual. Comenzó también a celebrarse el Día del Socio, con reparto de sidra y bollo con chorizo que tuvo enorme éxito (ya se sabe lo que ocurre con las cosas de comer). Los primeros años se realizaron en Guía, pero luego, para que acudiera más gente y los mayores no tuvieran que subir a las alturas, se hizo al final del Paseo de la Grúa. Algunos años, como consecuencia de la lluvia, el acto se celebró en el polideportivo de la Atalaya, pero no era lo mismo. También ese día y durante los primeros años, se celebraba verbena en la Plaza Nueva, suprimida más tarde.

Diez años después de haber sido creada, en 1996, la asociación había crecido notablemente, había publicado varios libros de éxito que habían causado notable impacto en la sociedad riosellana, pero se hacía notar el agotamiento de las personas, de las ideas y de los fines a los que se había dedicado hasta entonces (fundamentalmente ser la editorial del riosellanismo) y la necesidad de un cambio y potenciación en sus objetivos. La falta de iniciativas y actividades, aparte de la publicación de un libro anual, que por otra parte hay que considerar como importantísima y que justifica por sí misma la propia existencia de la asociación, iba sin embargo secando poco a poco a ésta, que se veía muy limitada en sus actividades y alejada de los fines para los que se había creado, algunas, como la organización de conferencias, saldadas con sonoros fracasos.

Ante aquellas dificultades de renovación, por encontrar personas adecuadas para su Junta Directiva, surgió la idea de riosellanizar la asociación, implicarla más en el pueblo, nombrar directivos que vivieran en Ribadesella, hacerla más participativa, ir quitándole el lastre de ser «de Oviedo», y que tuviera más contacto con la realidad y los problemas riosellanos. Se creó la revista La Plaza Nueva y se empezaron a convocar distintos premios y concursos; así nació un concurso que fomentase la investigación en el amplio campo de la cultura en nuestro municipio, y luego, en 1997, los certámenes de pintura y fotografía. En el 2000 también se decidió entregar un premio -El Farín- que sirviera de homenaje a aquellos riosellanos que se hubiesen destacado por su buen hacer en por el municipio; en el 2003 se creó un certamen de relato corto, en el pasado 2005 uno de poesía y en éste uno de reportajes en vídeo, o cortos.

Las reuniones siguieron celebrándose en Oviedo. Coincidiendo con obras de reforma del local, se abandonó el café Pelayo y después de algunas reuniones en la cafetería de enfrente, «Ronda», se pasó a la cafetería San Diego en la calle González Besada, y luego en la del Auditorio cuando fue inaugurado, pero sobre todo cada vez fue más frecuente realizarlas en Ribadesella, como correspondía a una mayor presencia riosellana efectiva: en la Plaza de Abastos, en el bar Sebas o en El Bahía, en la sala que da al muelle, y últimamente en un local de la parroquia. Sus asambleas anuales, a las que apenas acudía nadie, comenzaron a realizarse también en Ribadesella, en la Casa de la Cultura o en la Casa del Mar, pero eso no sirvió para que aumentase el número de asistentes.
1999 fue un año singular, se celebraron elecciones municipales y el presidente de la ACAR, Juan Sánchez, se presentó candidato a la alcaldía en ellas, abandonando la Junta Directiva de la Asociación, que siempre hizo gala de su independencia y de no estar ligada a ningún credo político ni confesional. De hecho, hasta entonces poco o nada se había entrometido en la vida política municipal, más bien por temor a deshacer la asociación, lo que llevó al abandono de algún miembro de la Junta Directiva por tan escaso compromiso.

Fue elegido un nuevo presidente, Alejandro Criado, y se aprovechó la ocasión para modificar los estatutos. El cambio más significativo fue que las siguientes y sucesivas elecciones lo serían a la Junta Directiva y no a la Presidencia. A partir de entonces se formarían listas de candidatos y los socios ejercerían su derecho al voto si hubiese más de una. Los cargos de la Junta se elegirían después entre los miembros de la lista más votada por acuerdo entre sus componentes. En las elecciones de aquel año y por vez primera -y última hasta el momento- se presentó una candidatura alternativa a la oficial encabezada por algunos ex miembros de su Junta Directiva, y hubo elecciones entre los socios, con urna y todo. Fue todo un bombazo; las elecciones se celebraron en la Plaza de Abastos donde salió elegida por abrumadora mayoría la candidatura oficial.

Paulatinamente, el número de socios riosellanos siguió en aumento, y de una equiparación entre los residentes en Ribadesella, Madrid y Oviedo, los riosellanos pasaron a estar en franca mayoría. Al comenzar el año 2.000, la sociedad había alcanzado y superado la barrera psicológica de los 1.000 socios. Ninguna otra en Ribadesella había alcanzado cotas tan altas.

A finales de 2002, y ante la posibilidad de que la Asociación de Amigos del Camino de Santiago desapareciera porque nadie quería asumir su gestión, ésta fue absorbida por los Amigos de Ribadesella. Sus 56 socios engrosaron sus filas, aunque la mayor parte lo era de ambas asociaciones y dos de ellos pasaron a formar parte de la Junta Directiva común. La extinta, mantenía una página web financiada por la Xunta de Galicia, que se vino a sumar la que mantiene la ACAR desde el año 2000. Sin embargo, la fusión no fue tal, más bien fue causa de bastantes problemas; de hecho lo único que tenían en común era la misma Junta Directiva, pero estaba claro que aquel maridaje de asociaciones no funcionaba como debiera. Ante esta situación, se optó por la integración definitiva, que no se produjo hasta 2004.

La Plaza Nueva

En 1996, con motivo de la creación de la sociedad El Esmerillón (Parres), y tras una agria polémica en el seno de la Junta Directiva sobre la visión crítica que tenía algún directivo acerca de nuestra Asociación, surgió la idea de hacer una revista o boletín; no se sabía muy bien qué iba a ser y menos cual sería su resultado. A punto estuvo de llamarse «Salia» pero cuando se presentó la opinión de Carlos Tejo: «La Plaza Nueva», hubo unánime aprobación. La idea era que se convirtiese en el órgano de expresión de los riosellanos; ser crítica, plantear los problemas que pudiesen surgir en el ámbito municipal, aportar noticias e ideas, crear opinión, y al mismo tiempo eliminar la engorrosa tarea de tener que enviar cientos de cartas por cualquier motivo para comunicarnos con los socios. Entonces no había ninguna revista de estas características que se publicase en Ribadesella, salvo la anual de la parroquia que había aparecido dos años antes, aunque con distinto destino, configuración y fines. Por otra parte, los diarios regionales carecían de secciones locales y eran escasas las noticias que publicaban sobre la actualidad riosellana, cosa que hasta algunos años después no comenzaron a asumir como de interés para sus lectores, robándole así parte del protagonismo que pudiera haber tenido. No obstante, La «Plaza Nueva» se convirtió en poco tiempo en una parte muy importante del alma de la asociación.

No fue fácil conseguir que saliesen los sucesivos números con los artículos que se esperaba debieran salir, ni entonces ni hoy. Las colaboraciones siempre fueron escasas, por lo que, con vistas a dinamizar la revista, se incluyó algún artículo capaz de originar cierta polémica, como los referidos a la historia más reciente que curiosamente, a pesar de estar preparados para recibir un aluvión de críticas y opiniones encontradas, tuvieron el mayor de los silencios como respuesta.

Los asuntos de actualidad y de noticias, dado el que muchos de los socios son forasteros, quedaban cubiertos con la sección fija Crónica de un Semestre, aunque la capacidad informativa resulta bastante menguada al tratarse de una revista semestral.

Llegó un momento, con el n° 8, que se pensó en dar a la revista un contenido más ligado a la actualidad y dejar un poco aparte su carácter historicista, perdiendo el miedo que se tenía a expresar en ella distintas opiniones, algunas críticas, ello diese al traste con la asociación ¡Cuán equivocados estábamos!; lo habitual en Ribadesella es la falta de respuesta. En este sentido comenzaron a publicarse variadas entrevistas y apareció el Editorial. No hubo nunca incorporaciones al equipo redactor de la revista -lo que hay no puede considerarse como tal quizá por la falta de compromiso de los riosellanos, el individualismo de todos, y -esto lo digo como pecado- la poca capacidad para poder asimilarlas.

La revista fue impresa en Artes Gráficas Covadonga, empresa radicada en Gijón, por ser la que había ofertado el presupuesto más barato. El segundo número, por esa misma razón, se entregó a otras personas, resultando un desastre por la cantidad de erratas que aparecieron, y por las mismas razones el n° 10 se hizo en la imprenta Careaga de Avilés, aunque hubo muchos problemas para que viera la luz, así que acabamos siempre en el redil gijonés. Carecía de publicidad, salvo algunos números en los que la Caja de Ahorros y el Banco Herrero cubrieron la contraportada.

La tirada de la revista, variable, dependía del número de socios que tenía la asociación en cada momento, pues a ellos iba dirigida especialmente y nunca se puso a la venta, cosa que en alguna ocasión se llegó a plantear. Generalmente estaba comprendida entre mil y mil cuatrocientas, siendo este número el habitual. La mayor tirada fue de 2.000 ejemplares (nº 4, publicado como número extraordinario).

Nuestra página WEB

Hace algunos años, en el 2000, con muchas dosis de ilusión abrimos a todos los riosellanos y amigos nuestra página web. La revista La Plaza Nueva no permitía la relación rápida y directa con nuestros socios, a la que aspirábamos, cosa que a través de Internet sí podríamos conseguir, e incluso ampliar a otros ámbitos.

Pretendíamos con aquella página mantener una relación más directa y estrecha entre los socios, y hacer de ella un vehículo para dar a conocer a los demás nuestras -las de todos- inquietudes, proyectos, ideas y opiniones acerca de Ribadesella. Sin embargo, la decepción fue grande. Nuestra Asociación la componen mil doscientos socios, a los que hay que añadir las personas allegadas a cada uno, e incluso las ajenas a nuestra Asociación pues nunca hemos querido ser un club elitista y cerrar las puertas a nadie, pero las comunicaciones a través de la página eran muy pocas. Con ánimo de darle más vida, se añadió un foro y libro de visitas donde se pudieran exponer los asuntos riosellanos más candentes. Ni por esas. La participación siguió siendo muy floja y el foro acabó cerrando sus puertas para siempre. Aquello nos llenó de desilusión y la página, aunque se mantuvo, dejó -digamos- de estar entre nuestras prioridades, no faltando voces para su definitiva desaparición.

Futuro de la ACAR

Sin embargo, no queremos ser demasiado pesimistas ante el futuro; ya fue difícil la creación de nuestra Asociación, pero más si cabe su mantenimiento a lo largo de tantos años, y si ésta continúa, ha sido gracias a la fidelidad de los socios y por la decidida voluntad de algunos miembros de sus Juntas Directivas, que supieron dejar atrás personalismos, rencillas, sepultar muchas veces su amor propio, y hacer caso omiso de críticas malintencionadas y otras actitudes en aras de que no naufrague el proyecto, dedicándole mucho, bastante más de lo que se cree, tiempo y trabajo.

Hoy, nuestro reto es abrir la asociación a nuevas generaciones y que éstas asuman el previsible relevo que tarde o temprano se ha de producir, lo que nos parece cada vez más difícil, puesto que la falta de compromiso con Ribadesella parece bastante acusado en ellas.

Continuaremos mientras tanto en la línea que se ha seguido hasta ahora.
Nuevas publicaciones se irán sumando a la ya larga lista de nuestro catálogo, renovaremos nuestra página web, a ver si conseguimos hacerla más participativa; La Plaza Nueva seguirá editándose hasta que el cuerpo aguante; a nuestros habituales certámenes se añadirán otros, y continuaremos programando conferencias, conciertos, presentaciones de libros y variadas actividades, sin olvidar estar abiertos a toda actividad cultural que haya lugar.

Y un último apunte, en 1997 el Ayuntamiento, encabezado por Pepe Miranda, lo que es justo reconocer, nos cedió un pequeño local en la Plaza de Abastos donde fuimos guardando los libros, revistas y todo el papeleo que una asociación como la nuestra lleva aparejado y que antes estaba disperso por las casas de sus directivos, constituyendo desde entonces nuestra sede social. Sin embargo, el local se ha quedado pequeño y la humedad está haciendo estragos en las publicaciones que allí se guardan. La solución pasa por buscar otro, un poco más amplio, más seco, mejor; sin embargo, a su escasez se viene a sumar el alto costo de alquiler de los locales situados en el casco urbano, lo que constituyen serios inconvenientes; por todo ello no acabamos de encontrar la solución adecuada.

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