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El viaje a Aguilar de Campoo

Del viaje a Aguilar de Campoo sólo se puede decir  que fue una perfecta combinación de naturaleza, arte sacro y gastronomía. Primera parada para conocer el nacimiento del río Ebro en Fontibre, con algo menos de caudal que a su paso por Zaragoza. Después visita a la exposición de Las Edades del Hombre en sus dos sedes de la iglesia de Santa Cecilia y la colegiata de San Miguel. La segunda más interesante y con un guía más entusiasta. A mi, personalmente, me gustó mucho la combinación entre arte barroco y arte contemporáneo. La comida posterior en el restaurante Ticiano, espectacular. Como la sobremesa fue larga y el día corto,  la oscuridad nos ocultó, ya a la vuelta, los famosos capiteles eróticos de la colegiata de San Pedro en Cervatos, que están en las columnas exteriores. El interior es coqueto, con una interesante mezcla de estilos, aunque la atención de la visita la capitalizó la guía local, Pepita, todo un personaje. Sirva como ejemplo la descripción de uno de los capiteles exteriores que la noche nos impidió contemplar: «hay una mujer que lleva siglos dando a luz. Pobre. Con lo que duele.» Ni sacada de una película de José Luis Cuerda.

Creo hablar en nombre de todos al reconocer el buen hacer de Juan Ignacio Molina, no solo por la organización del viaje, sino por su preocupación constante por el bienestar de los viajeros. Reproduzco su recomendación  cuando el autobús paró en Fontibre: «Ahora abrigaos bien, que afuera hace mucho frío» Como una madre. Muchas gracias.

Ya de regreso, la gente preguntaba dónde y cuándo iba a ser el próximo viaje. Buena señal.

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